Te enamorás como un idiota aunque sabés que va a terminar mal. Que todas las historias de amor, incluso las más rosas, terminan mal. Pero a mí, la reina de las estú pidas me había pegado feo, porque me había enamorado de una presona con el corazón en silla de ruedas. Un corazón inhabilitado, un corazón que le corresponde a una persona de ciento dos años, un corazón podrido, enterrado.

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